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Cabría suponer que un tipo que dedica su vida a pensar en quarks, aniones y axiones, que lo hace incluso con tanta intensidad y dedicación que le ha llevado a ganar un premio Nobel de Física por ello, debería ser alguien aburrido. Un señor con la mente puesta únicamente en asuntos abstractos e incapaz del más mínimo atisbo de diversión. Sin embargo, Frank Wilczek, que en 1973 descubrió junto con David Gross y David Politzer la libertad asintónica (una propiedad fundamental de la mecánica cuántica), pasa por ser alguien muy divertido. Tanto como para reconocer que baila con música de Beethoven cuando nadie le ve o para escribir que algunos de sus mayores aprendizajes científicos los realizó antes de nacer.
Lo de interpretar de una forma tan curiosa el tiempo debe ser cosa de la física cuántica. Por eso Wilczek afirma que la muerte es sólo un “tránsito” y pasa la vida jugueteando con lo que él llama -reconociendo la autoría previa de Keats o Jim Morrison- “las puertas de la percepción”. Está empeñado expandir la capacidad de sus sentidos, afirmaba en un texto publicado en el Wall Street Journal, y para sus investigaciones y descubrimientos no descarta nada, ni tan siquiera la materia onírica de sus sueños.
A pesar de ello, Wilczek jamás abandona su condición de científico y elucubra lo justo a la hora de hacer sus predicciones del futuro. Afirma, por ejemplo, considera el teletransporte como algo “altamente improbable”, pero está convencido de que podremos manejar robots a distancia, lo que sería algo similar a teletransportarnos. Y, aunque considera que los ordenadores cuánticos serían mucho más seguros y potentes, es consciente de que dada la complejidad que conlleva fabricarlos y desarrollarlos, serán necesarios varios siglos para que se conviertan en algo común. Sus aportes dentro del terreno de la Física le garantizan un lugar prominente en la historia de la ciencia y, aunque su trabajo se desarrolle entre fórmulas matemáticas y complejas ecuaciones, busca plasmarse en el mundo real para que nuestro control del mundo material sea mucho mayor. Un poder que, afirma, “usado sabiamente nos permitirá vivir mejor”.
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Lo de interpretar de una forma tan curiosa el tiempo debe ser cosa de la física cuántica. Por eso Wilczek afirma que la muerte es sólo un “tránsito” y pasa la vida jugueteando con lo que él llama -reconociendo la autoría previa de Keats o Jim Morrison- “las puertas de la percepción”. Está empeñado expandir la capacidad de sus sentidos, afirmaba en un texto publicado en el Wall Street Journal, y para sus investigaciones y descubrimientos no descarta nada, ni tan siquiera la materia onírica de sus sueños.
A pesar de ello, Wilczek jamás abandona su condición de científico y elucubra lo justo a la hora de hacer sus predicciones del futuro. Afirma, por ejemplo, considera el teletransporte como algo “altamente improbable”, pero está convencido de que podremos manejar robots a distancia, lo que sería algo similar a teletransportarnos. Y, aunque considera que los ordenadores cuánticos serían mucho más seguros y potentes, es consciente de que dada la complejidad que conlleva fabricarlos y desarrollarlos, serán necesarios varios siglos para que se conviertan en algo común. Sus aportes dentro del terreno de la Física le garantizan un lugar prominente en la historia de la ciencia y, aunque su trabajo se desarrolle entre fórmulas matemáticas y complejas ecuaciones, busca plasmarse en el mundo real para que nuestro control del mundo material sea mucho mayor. Un poder que, afirma, “usado sabiamente nos permitirá vivir mejor”.
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Frank Wilczek, Premio Nobel de Física: "Veo muy improbable que nos teletransportemos" premio nobel de quimica | |
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Science & Technology | Upload TimePublished on 20 Sep 2015 |
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